«Los Profesores»

Los Profesores
Los Profesores

Con la intención de acercarme a otra gran historia del fútbol argentino me gustaría que os remontarais a finales de la década de los veinte del siglo pasado e inicios de los treinta. Cuentan que por aquel entonces un futbolista deslumbraba con la camiseta de Estudiantes de La Plata, su nombre Enrique Guaita y su apodo “el Indio”.
Componente de una mítica delantera del club bautizada con el sobrenombre de “Los Profesores” y formada por  Lauri, Scopelli, Zozaya, Nolo Ferreira y Enrique Guaita.
Un sobrenombre utilizado porque los que los vieron jugar consideran que aquellos «Estudiantes» en cada actuación daban una clase de cómo jugar al fútbol y por tanto habían pasado a la categoría de «Profesores». El arte de la combinación llevado al extremo virtuosismo, lo que hoy se dice levantar o tirar paredes, tocar y combinar a la primera.
Una mágica línea ofensiva que curiosamente no obtuvo ningún Campeonato pero de la que nadie duda que su versión de 1930 sea una de las que mejor fútbol ha ofrecido en la historia del fútbol argentino.
 Miguel Angel Lauri (apodado Flecha de Oro), Alejandro Scopelli (el Conejo), Alberto Zozaya (Don Padilla), Manuel Nolo Ferreira (el Piloto Olímpico) y Enrique Guaita (el Indio).
 La cabeza pensante de aquel maravilloso quinteto era el «Nolo» Ferreira, un futbolista apodado «el piloto Olímpico» porque fue el delantero centro de Argentina en los JJOO de Amberes 1928. Ferreira era la gran referencia en el terreno de juego y de su cabeza salían las jugadas y paredes que primero entrenaban y luego ponían en práctica sobre el césped. Scopelli se entendía a la perfección con Ferreira. Después estaba Zozaya un futbolista al que le costó un poco adaptarse pero que cuando lo hizo demostró ser uno de los mejores cabeceadores del mundo. Por su parte Lauri era un delantero muy veloz, que poseía un gran regate y sabía poner grandes centros y Guaita era todo potencia y velocidad.
 Dicha delantera es una de las más goleadoras de la historia del fútbol argentino, en 1931 anotaron 104 tantos, Zozaya anotó 33 goles y Scopelli 31. Pese a ello no consiguieron alzar ningún título, posiblemente porque les faltó algo de regularidad, pero para el recuerdo quedan grandes goleadas y un fútbol de altísima escuela.
 El admirado y legendario periodista argentino Félix Daniel Frascara llegó a decir sobre ellos que fue «la mayor expresión de arte colectivo sobre una cancha».
 
 Posiblemente otras históricas delanteras hayan sido más efectivas y hayan conseguido muchos títulos, pero es aún más meritorio el hecho de que el fútbol practicado por esta mágica delantera haya perdurado tanto en el tiempo con tan solo un subcampeonato en el último torneo amateur, un tercer puesto en el primer campeonato profesional y luego un sexto puesto. De los 68 partidos, Estudiantes ganó 36, empató 12 y perdió 20. Hizo 184 goles y le marcaron 114. Fue 3° en 1931 y 6° en 1932.
 Coincidiendo con la marcha al fútbol europeo de Guaita, Scopelli y Lauri se produjo la desintegración de una delantera que luego con el paso del tiempo ha quedado para la historia como una de las mejores que se han visto en las canchas del fútbol argentino.
Y por ello este pequeño recuerdo y esta pequeña reseña en la que Scopelli nos describe de forma magistral sus vivencias y refleja la verdadera dimensión del Indio y de Estudiantes en los años 30. Un fragmento extraído del prólogo del libro ¡Hola, mister!, de Alejandro Scopelli, sencillamente extraordinario que os dejo a continuación:

«Cierro los ojos y me ubico en 1931. Estoy viendo un partido de fútbol entre Estudiantes de La Plata y… el otro. La verdad es que yo he venido a ver a Estudiantes y, sin despreciar a los defensores, con toda propiedad debo confesar que quiero ver la línea. Ahí están: Miguel Ángel Lauri (Flecha de Oro), Alejandro Scopelli (Conejo), Alberto Zozaya (Padilla), Manuel Ferreira (Nolo) y Enrique Guaita (El Indio). Pero antes quiero decirle al lector de estas líneas cómo era en 1931 el ambiente de la cancha de Estudiantes”.
 Pegadas las tribunas al campo de juego -largo y angosto-, una de las cabeceras y uno de los laterales eran ocupados por socios y socias del club, creando así un clima de auténtica fiesta familiar, que alcanzaba tonos poco menos que épicos en cada avance de la línea. ¡Inolvidables tardes de domingo en la canchita de Estudiantes de La Plata, acaso única en el mundo!

«Principiante en esa actividad del periodismo, ví una vez jugar al cuadro de la casaca rojíblanca, me deleité con su fútbol alegre, plástico, juvenil y maduro a la vez. Y ya fui de Estudiantes para siempre. Cada vez que mis deberes profesionales me lo permitían, tomaba el tren para La Plata. En el semblante debía llevar la misma expresión que si fuera a ver a mi novia, con versos y besos en los labios…
 «Aquella línea está en la historia del fútbol argentino. Hubo otras iguales en eficacia y renombre (Independiente, Huracán, River Plate, Racing, Boca, Rosario Central, Newells), pero como ésa, ninguna. Permítaseme que repita palabras propias: eran como los cinco dedos de una mano que, con articulaciones y estructura independientes, se unen para crear una obra de arte, para prodigar la caricia, para tenderse en ademán de amistad. Cada uno de ellos tenía se estilo, su juego, su carácter, pero el conjunto de esas cinco unidades trazaba sobre el césped esmeraldino las más hermosas joyas de la orfebrería futbolística.
«Desde aquella tarde fresca y dorada de 1931 hasta hoy mismo, cada vez que veo jugar a la línea les doy las gracias.»

Fuentes:

http://www.clarin.com/diario/2002/03/16/d-01601.htm
¡Hola, mister!,  Alejandro Scopelli. EDITORIAL JUVENTUD, PRIMERA EDICION, FEBRERO 1957.
Mariano Jesús Camacho.

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