Milan Jankovic, un efímero y medido pase al recuerdo

Como pase medido hacia el recuerdo surge esta retrospectiva, esta petición de muchos de aquellos aficionados en cuya memoria se conserva vívido el buen futbol de un jugador que pasó tan efímeramente como intensamente por aquel excelso Real Madrid que dejó su sello en la segunda mitad de la década de los ochenta con su exquisito concepto estético del juego. El recuerdo de la “Quinta del Buitre”, de futbolistas como Camacho, Ricardo Gallego, Rafa Gordillo, Valdano, Hugo Sánchez, Schuster, inunda la memoria del aficionado de un fútbol que dejó huella. Y en la pista de aquel tiempo encuentra y solicita el bosquejo biográfico de un jugador serbio al que la memoria reservó un fugaz pero selecto archivo en sus olvidados recuerdos.

Veintisiete años, 1,87 m de estatura y 85 kilos de peso tenía este futbolista cuando Ramón Mendoza accedió a las peticiones de Leo Beenhakker y firmó al jugador serbio de la por entonces Yugoslavia. Llegaba al Real Madrid para suplir la baja forzosa de Valdano, que aquejado de una hepatitis dejó hueco en la plantilla merengue una plaza de jugador foráneo. Como dije, era una petición expresa del técnico holandés, al que un medio creativo había impresionado en una eliminatoria de Copa de Europa ante el Estrella Roja. Y es que sobre la nieve y el frío el Real Madrid construyó las leyendas de porteros como García Remón y sobrevivió a dolorosas derrotas, como la que sufrió en Belgrado en aquel año 1987. Era el mes de marzo de aquel año y el Madrid se trajo del Pequeño Maracaná cuatro goles en contra y un extraordinario futbolista: Milan Jankovic.

Para Beenhakker era una pieza importante pues con su incorporación completaba el puzzle del gran equipo que por entonces tenía el conjunto blanco, un mediocampista creativo, técnico, inteligente y capaz de adaptarse con facilidad al estilo de juego del Real Madrid y al fútbol español. Firmó hasta junio de 1988 con opción a otra temporada más, y lo cierto es que Jankovic pese a la lesión de menisco que sufrió, logró hacerse un hueco en los corazones de la afición madridista en el poco tiempo que lució la elástica blanca. Cincuenta y dos millones de las antiguas pesetas costó el montante de la operación y el futbolista serbio llegó para disputar los diez partidos que restaban de Liga. Al respecto Jankovic siempre lo tuvo claro, no llegó a Chamartín para someterse a prueba sino confiando al 100% en sus posibilidades y con la intención de consagrarse como futbolista de pleno derecho de la talentosa plantilla del Real Madrid. Una plantilla y sobretodo una zona media que se expresó en la línea de que el Real Madrid no necesitaba jugadores para la citada demarcación sino en la delantera, para sustituir a Jorge Valdano, pero Jankovic logró revertir la opinión inicial de sus compañeros, que se vieron magistralmente surtidos por la calidad de un futbolista que se ganó por derecho propio un sitio en aquel gran equipo.

Nacido el 31 de diciembre de 1959 en Belgrado comenzó a jugar al fútbol profesionalmente en las filas del NK Maribor, conjunto de la Segunda División yugoslava en el que jugó entre 1978 y 1980. Posteriormente ingresó en las filas del Estrella Roja de Belgrado, donde acabó consolidándose como uno de los medios más talentosos del conjunto rojiblanco. Jugó por espacio de siete temporadas en el conjunto balcánico, rindiendo a gran nivel y superando una grave lesión de rodilla en la temporada 82/83. Jankovic era el futbolista más destacado de aquel Estrella Roja junto al talentoso Stojkovic. Logró dos Campeonatos de Liga de la extinta Yugoslavia y dos de Copa con el conjunto de Belgrado antes de recalar en el Real Madrid.

Vistió la casaca merengue apenas año y medio, su primera temporada estuvo marcada por una desafortunada grave lesión de rodilla; la segunda, en cambio, fue casi perfecta. En agosto de 1987 fue intervenido del menisco externo de su rodilla derecha por el Dr.Pedro Guillen y aunque se sobrepuso a aquel contratiempo, quizás su precipitada reaparición para la eliminatoria de Copa de Europa ante el Nápoles, acabó pasándole factura a largo plazo. En cualquier caso, el exiguo tiempo que la afición tuvo para degustar el exquisito trato del balón del jugador balcánico, descubrió a un gran jugador que surtió grandes balones tanto a Hugo Sánchez como a Emilio Butragueño. 

Aunque muchos sellaron su talento con la cera del olvido, un buen grupo de aficionados conservan en sus recuerdos el breve pero talentoso desempeño de este medio serbio que llegó a formar parte integrante de un equipo que pasó a la historia y leyenda del fútbol español: “La Quinta del Buitre”. Jankovic contribuyó a que aquel equipo conquistara dos títulos de Liga y vivió intensamente la recordada como la «Noche negra de Eindhoven» la derrota en la semifinal de la Copa de Europa del año 1988 ante el PSV. Un empate a cero en el Philips Stadion que dejó fuera al Real Madrid tras el empate a uno de la ida y que ni una gran chilena de Hugo en el tramo final del partido pudo alterar. Una noche triste que estigmatizó a muchos de aquellos futbolistas, que impotentes sucumbieron al cerrojazo del conjunto holandés y persiguieron al colegiado suizo Bruno Galler, que no añadió ni un solo segundo. Para Jankovic no ganar esa Copa de Europa fue uno de los golpes más duros de su carrera y a su modo de ver, la corona que le faltó a aquel Real Madrid en el que el futbolista serbio tuvo el privilegio de jugar.

La elegancia de su fútbol no fue suficiente como para que en la temporada 88/89 el Real Madrid apostara definitivamente por el jugador serbio, la incorporación de Schuster, sus problemas de rodilla y la normativa de cupos de extranjeros, convirtieron a Milan Jankovic en un efímero y grato recuerdo. En la estela de elegancia que dejó tras él en 1988, cuando puso rumbo a Bélgica para jugar en las filas del RSC Anderlecht, donde jugó por espacio de dos temporadas conquistando una Belgian Cup en 1989, y sufriendo quizás su segundo revés más doloroso de su carrera. Y es que el futbolista serbio, que había sido internacional sub-20, participando en el Mundial de la categoría en 1979, disputado en Japón, e internacional absoluto con la selección absoluta en doce oportunidades desde que debutó en 1986, se quedó fuera de la convocatoria del Mundial de Italia 90. Todo ello pese a que Jankovic jugaba un papel destacado en la construcción del juego del combinado balcánico. Un jugador que había participado en seis encuentros clasificatorios para el citado Mundial de Italia’90, pero que acabó quedándose fuera de aquella importante cita debido a sus problemas en el Anderlecht, que hicieron que el seleccionador balcánico Ivica Osim se decantara finalmente por prescindir de sus servicios.

A Jankovic posiblemente aun le quedaban cuatro años de fútbol por delante  cuando aquello sucedió, se había ganado el prestigio y el respeto del fútbol internacional por lo mostrado en el Real Madrid y, llegó a tenerlo hecho con el Castellón (que anunció incluso el día de su presentación), pero pegó la espantada. Aquel revés acabó sobrepasándole, en 1990, a la edad de 30 años llegó a la conclusión de que no merecía la pena seguir jugando, la situación le había dejado tocado y decidió que lo mejor era pasar página.

Escapó de todo, se marchó a Oceanía, a North Queensland (Australia), junto a su esposa, originaria del citado continente. Y en aquel continente en el que el criquet, el rugby, y el fútbol australiano son los reyes del deporte, siguió reivindicando sus pases milimétricos en una pista de fútbol sala, donde demostró que cuando el físico te abandona solo queda la calidad. Aquella calidad que quiso transmitir al frente de la selección de Tonga entre 2003 y 2005, también a aquellos niños a los que luego llegó a entrenar.

En la actualidad de Jankovic tan solo queda su elegancia, ese toque de distinción que siempre poseerá, pese a sus 53 años, pese al secundario papel del fútbol en Oceanía y, pese a que para nosotros represente tan solo un grato y efímero recuerdo. Si en alguna ocasión pasáis por Cairns y veis a un tipo ya talludito, entrado en kilos, tocando la pelota como los ángeles, y jugando a fútbol sala, recordad que posiblemente será Milan Jankovic, aquel efímero medio creativo que hizo disfrutar al Bernabéu y formó parte de la inolvidable época de la “Quinta del Buitre”. Pues su historia, su leyenda, concluyó tal y como comenzó: siendo un efímero pero maravilloso y medido pase al recuerdo.

Mariano Jesús Camacho

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