FC. Barcelona, de las praderas verdes al olor a tierra quemada

En estos sofocantes tiempos previos al estío en los que arden los campos, como consecuencia del negativo impacto del ser humano, regreso al artículo de opinión desde un tiempo huido en el que en el Camp Nou era una alfombra verde, una pradera corta y húmeda sobre la que el balón, la pelota alcanzó la excelencia para alegría de los culés y la admiración del planeta fútbol.

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El Madrid es a la Copa de Europa, lo que Nadal al tenis, de puro Homero

Con toda seguridad jamás conoceré a un deportista más homérico y de finales troyanos como Rafa Nadal. De hecho, todo aquel aficionado al tenis y al deporte, ha de sentirse sumamente privilegiado de haber sido contemporáneo del jugador manacorí, que, en tiempos de Federer y Djokovic, dominó con brazo de épica su mundo.

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Luis Suárez, jamás menosprecies a un charrúa

Cuando el posiblemente más nefasto presidente de la historia del Barcelona y, los responsables técnicos y económicos que le respaldaron, decidieron cargar todo el peso de sus continuados y extendidos fracasos en el tiempo sobre la figura de un solo futbolista, no tuvieron en cuenta uno de los códigos universales de la ley histórica del fútbol.

Escribía el maestro Eduardo Galeano en el prólogo de Fútbol a sol y sombra -su obra maestra sobre este deporte- que «Todos los uruguayos nacemos gritando gol y por eso hay tanto ruido en las maternidades, hay un estrépito tremendo». Y el tipo en cuestión, nacido un 24 de enero en la localidad uruguaya de Salto -Uruguay- no solo nació gritando gol, sino que en su ADN, en sus nucleótidos portaba la secuenciación del gol y la del históricamente carácter competitivo del jugador charrúa. Del margen oriental del río Uruguay, ‘el gordo’, perfectamente podría haber sido uno de los descendientes de aquellos matadores de Solís.

En la historia del triste viaje del placer, al deber, el uruguayo posee un sentido natural e incomparable del segundo término. En este caso Luis no es solo de Salto, si no de Salto Grande. Allá, a unos kilómetros del margen izquierdo del Río de la Plata, vía de agua por la que se coló la personalidad popular del obrero sudamericano, se forjó Luis Suárez. A partir de entonces el fútbol dejó de ser un asunto burgués e ingles, para convertirse en un ejercicio de lealtad practicado al aire libre -como decía Gramsci- y una extensión de la personalidad de los barrios y pueblos que lo practicaban.

Decía Galeano que no había nada menos vacío que un estadio vacío y en estos tiempos el mundo del fútbol ha estado mudo. Ha sido muy extraño, pese a las ovaciones enlatadas, dio siempre la sensación de que el silencio de Maracaná, de aquel Mundial de Brasil de 1950, se hubiera dilatado e instalado como una terrible pero real pesadilla. Y tiene un peso fundamental en estas letras dedicadas al nueve uruguayo el citado Mundial de 1950. Suárez pertenece a esa estirpe de futbolistas charrúas que elevaron a la máxima potencia el deber uruguayo con la inmensa figura de ‘el Negro’ Obdulio Varela, que en Maracaná lideró a Uruguay en una de la mayores gestas de la historia del fútbol. Derrotar en casa, en la final, a una de las mejores selecciones de la historia de este deporte, de uno de los países que más y mejor han comprendido e interpretado este juego/espectáculo.

En el Atleti de los últimos años reconocen bien ese sentido competitivo de los futbolistas uruguayos, Forlán primero, Godín después y ahora Suárez, encajaron como un guante en el partido a partido de Simeone. El técnico argentino conoce muy bien ese gen competitivo y puede que haya cometido errores durante todos estos años al frente de la dirección técnica del Atlético -su concepción del fútbol no seduce a todo el mundo-, pero cuando firmó a Luis Suárez sabía que el de Salto poseía además de ese gen, los veintitantos goles que dan puntos y hacen campeón a un equipo en el torneo de la regularidad. Mucho más en el estilo de juego del Atlético de Simenoe, en el que un gol es un yacimiento petrolífero. De ahí esas palabras del ‘Cholo’ cuando en el momento exacto y crucial, definitorio del campeonato, dijo: «Ahora entramos en la zona Suárez».

Cuando Suárez agarra la pelota el aire comienza a oler a pólvora y los nudos de las redes se tensan ante un inminente impacto. Las costuras de la pelota comienzan a experimentar el sueño del beso con su amada red y el portero siente y huele la adrenalina del felino, la amenazadora presencia del cazador. Y en el caso de Luis, de su carrera, con sus luces y sus sombras, habría que ser justo, pues siendo tremendamente ‘canchero’ no lo es más que muchos otros delanteros de otras nacionalidades que han de buscar su lugar en la jungla del área. No se puede ni debe confundir su carácter charrúa con violencia o deslealtad, ese periodo en el que se identificó al fútbol uruguayo y su salvación a través de la divinización y demagogia de la violencia. Suárez, siendo un delantero sin piedad, pertenece a esa generación post Maestro Tabárez, que recuperó el sentido del honor en el fútbol de un país con más futbolistas por metro cuadrado que personas.

El viejo sentido de la lealtad y honor del charrúa, el de Obdulio, la garra y por encima de todo el gol, por eso en el ganar y ganar y volver a ganar de los Luises colchoneros, otro Luis cumplió con su trabajo, no solo acudiendo a la oficina del área a diario, si no haciendo a la empresa sufriente y rodante colchonera más grande todavía. Por todas estas razones se debería recomendar en todas las escuelas de fútbol, que en este juego, con público y sin él, jamás se ha de menospreciar a un charrúa. Y mucho menos hacerlo llorar, porque sus lágrimas de reivindicación acabaran siempre convirtiéndose en el manantial de la la resiliencia. Metáfora del gol y la Liga conquistada por Simeone y todos los suyos.

Mi pie izquierdo, Rafa Nadal

En 1989 cuando la película irlandesa ‘Mi pie izquierdo’ dirigida por Jim Sheridan consiguió hacerse con dos Oscars de la Academia de Hollywood -uno de ellos a Daniel Day Lewis como mejor actor-, Rafa Nadal tenía tan solo tres años de edad. El exitoso film estaba basado en un relato autobiográfico del pintor y escritor irlandés Christy Brown (1932-1981).

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En este maldito 2020 tenía que morir D10S

En este fatídico año que se nos está llevando a todos por delante, que está poniendo el mundo bocabajo, que tantos ojos y bocas está abriendo y cerrando, tenía que llevarse por delante a D10S. Y es que más allá de que el fallecimiento de Diego sea la crónica de una muerte anunciada, Maradona siempre fue el diez multiplicado por dos. El futbolista excelso y del exceso, probablemente ejemplo de nada y ejemplo de todo, particularmente de los devastadores efectos que pueden producir en un ser humano el dinero y la fama; nefastamente gestionada por un joven que jamás supo ni estuvo rodeado en ningún momento por las personas adecuadas para reconducir su vida personal.

Diego fue devorado por Maradona y el futbolista que más acercó el fútbol a la religión -jamás existirá otro D10S a su altura futbolística-, aquel a la que Argentina venera y el supuesto creador tocó su zurda con su dedo índice, ha sucumbido a su propio personaje con tan solo 60 años y el consumido aspecto de un anciano de ochenta años.

Toda la inmensa alegría que reportó a su país, la fue lapidando poco a poco con las píldoras diarias de las tristezas que generaba su constante deterioro y ocaso. Por ello a Diego se le quiere incondicionalmente y se le odia, no deja de ser la eterna historia de la autodestrucción del mito. El mundo del fútbol le recuerda como un barrilete cósmico, y si algún padre o abuelo tuviera que transmitir a su hijo o nieto, quién fue Maradona o qué representó su figura, debería mostrarle un vídeo del diez sobre un campo de fútbol. Referirle inmediatamente después que lo que ha contemplado, proviene de una época en la que las patadas constituían la única manera de pararle, y constituye tan solo un diez por ciento de lo que Maradona era capaz de hacer con un balón en sus pies. De la misma forma, debería transmitirle que esa figura fue diáfano ejemplo de lo que no se debe ser ni hacer.

Más allá del golpe, del impacto mundial y nacional que se ha producido en la Argentina, país que todo le perdonó, y en el que quizás no se lloraba tanto desde la muerte de Evita, queda esa zurda inolvidable. Queda lo nunca visto, lo jamás contado, lo mejor cantado por Víctor Hugo Morales en el 86. Diego Armando Maradona, la gambeta hecha hombre en los siete días de la creación del mundo. En la visión artística del fútbol nadie como él -el mejor-, y en la visión humana del mundo nadie debería hacer o ser utilizado como él. Quizás por ello el que tantas veces gambeteó a la muerte, aquel que los argentinos creían inmortal, se ha marchado en este fatídico año veinte doble, del doble del diez.

Hoy, como ya se pudo comprobar con Elvis, Marilyn, Michael Jackson, Camarón y tantos otros mitos, se constató que Diego no era inmortal, pero todo ello no evita que Argentina y el mundo del fútbol le considere eterno. Descanse en paz Diego, ese cuerpo esférico mortal que tanto bien y mal albergó, que tanta alegría y tristeza generó, viva por tanto y por siempre su eternidad.

También el más sentido pésame a la pelota, en un año en el que si ya se sentía sola por la ausencia de la hinchada, se sentirá incluso más perdida y ausente por la ya irreparable ausencia del jugador del todo o el hombre de la nada, el de la más pura soledad esférica, el de la ausencia de D10S.

Mariano Jesús Camacho

Fútbol a la sombra

Hoy mi recuerdo no va más allá de esta tierra que piso pese a que por todo el planeta la pandemia acecha, porque el mundo marcha, y la esfera por qué no habría de girar. Las mareas vienen y van mientras, la mascarada nos protege de la tempestad hasta que llegue la calma. La ciudad se ilumina tímidamente porque la luz de los días va por barrios, la pelota rueda junto al rey de la noche y bajo este sol que nos abrasa pero que parece observarnos tan solo a medias. Continúa leyendo Fútbol a la sombra

Legends Cards: Rafa Nadal, el Atila del tenis

Como expresó Ilie Nastase, sobre lo que le diría a Borg cuando se retirase, nos inclinaremos ante él y le daremos un mordisco al acero de un nuevo título, ese será nuestro homenaje para un joven dios destinado a ser Rey. Continúa leyendo Legends Cards: Rafa Nadal, el Atila del tenis

Remembranza marina

 

La historia no sólo se verifica en la poesía, sino que gracias a ella se condensa, además adquiere un sentido educacional y rescatador, incluso si para ello hay que bucear hasta el fondo del mar para volver a sacarla a la superficie, que en este caso es lo que hace Don Eduardo Bustos Alister. Gracias a él la historia de su pueblo, la de Talcahuano y su cielo tronador, su memoria, la de sus héroes, jamás se convertirá en papel mojado, tal y como vuelve a demostrar en este gran trabajo de recuperación: Continúa leyendo Remembranza marina

Carranza, un Trofeo del que no queda nada

¿Qué fue de ti Carranza? pues de la Pequeña Copa del Mundo no queda nada. Y es que las palabras sobran cuando se deja morir poco a poco el que fue llamado y conocido allende los mares y el mundo entero como Trofeo de los Trofeos. Aquel que todos los niños admirábamos soñando con ese fútbol de altura, al que jugábamos en nuestros barrios. Esa inmensa Copa que era la metáfora del fútbol y veíamos transformada en plata en el escaparate de la tienda de Moral en la calle Columela. Continúa leyendo Carranza, un Trofeo del que no queda nada

Himno a Estrella del Mar y al insigne Unzaga

El mundo no es más que un perpetuo vaivén, producto del constante movimiento y en el caso de la humanidad, de su interacción sobre su papel en él, fruto de la acción e innovación. En el deporte y concretamente en el fútbol también fue así, por ello la estudiada figura de Ramón Unzaga Asla, merece siempre un lugar destacado de mención por aquella acción que lo convirtió en pionero de uno de los remates más bellos estéticamente de la historia del fútbol. Pues la chilena del pionero Unzaga constituye todo un tratado de coordinación de movimientos, cálculo milimétrico del tempo y precisión en la ejecución del atleta para rematar a gol de forma tan espectacular como acrobática. Por la citada razón, por su contribución e inventiva para con la plasticidad de este deporte, debe recibir el reconocimiento que la historiografía durante mucho años le negó, pero que le fue devuelto debido al ejercicio de estudio y conservacionismo de Don Eduardo Bustos Alister. Continúa leyendo Himno a Estrella del Mar y al insigne Unzaga